Preoperatorio
La rectopexia ventral es una intervención que se realiza para el tratamiento de patologías del suelo de la pelvis, causadas por la debilidad de las estructuras musculares y ligamentosas responsables de mantener en su posición fisiológica y natural los órganos pélvicos. Dichas patologías son: el prolapso rectal, completo o parcial; el enterocele; el rectocele; el histerocele; el colpocele; o la asociación de más de un trastorno de los mencionados. La rectopexia ventral se utiliza para corregir, de forma específica, la caída del recto (prolapso rectal interno o externo si sale por el ano), la caída del intestino delgado o del colon sigmoide en la parte más profunda de la pelvis (entre recto y útero o entre recto y vagina), y la debilidad de la pared anterior del recto con su protrusión en la vagina, llamada rectocele.
La técnica quirúrgica
La operación se realiza, habitualmente, por laparoscopia o por asistencia robótica; es decir, sin precisar heridas de gran tamaño. El instrumental quirúrgico se introduce en el abdomen por unas heridas de aproximadamente 1 cm. Por una de esas heridas se introduce una cámara para la visión de las vísceras y la realización de la operación. El procedimiento consiste en liberar una parte del recto caído de su estructura de sujeción principal, el peritoneo, separarlo de la vagina, estirarlo hacia arriba y sujetarlo a la parte más alta del hueso sacro. Dicha fijación se realiza mediante la aplicación de una malla: una parte de la malla se sutura con puntos sobre la parte libre del recto y la parte opuesta de la malla se sutura con puntos al hueso sacro. De este modo, el recto queda sujeto en una posición más alta respecto a antes de la operación, evitando que se caiga con los esfuerzos físicos y de la defecación. La operación se concluye suturando lo que se abrió al principio (el peritoneo) de modo que la malla queda completamente escondida y no contacte con los intestinos.
Descripción general, anatomía y función
El recto es la parte final del intestino grueso y se encuentra entre el colon y el ano. Por detrás, se encuentra unido al sacro; por los laterales, a la parte lateral de los huesos pélvicos ilíacos; y por delante, está unido a la vagina en las mujeres y a la próstata y vesículas seminales en el varón. Dichas relaciones anatómicas están delimitadas por unas fascias o planos que se deben seguir y abrir cuando sea precisa una intervención de resección o movilización del recto. La función del recto es acumular y contener cierta cantidad de heces hasta que se produce el estímulo de la defecación. Cuando existe una alteración de la estructura o de la función de este órgano, el proceso de defecación se altera, pudiendo causar estreñimiento, dolor, presión en la pelvis, sensación de taponamiento, de evacuación incompleta o incontinencia anal.
En la visita inicial o de seguimiento con el cirujano, usted recibirá información sobre su problema de salud, el motivo de sus síntomas y la explicación del tratamiento quirúrgico propuesto, los posibles beneficios esperados de la intervención y los posibles riesgos asociados a la operación. A continuación, si acepta el tratamiento propuesto, firmará una hoja de consentimiento informado y entrará en la lista de espera.
Antes de la intervención, deberá realizarse un análisis de sangre, un electrocardiograma y una radiografía de tórax.
La intervención de recto-sacropexia ventral laparoscópica o robótica se realiza siempre bajo anestesia general.
La operación suele durar entre 2 y 3 horas; sin embargo, el tiempo puede variar según las condiciones físicas del paciente y ser más larga en pacientes de mayor complejidad, con sobrepeso u obesos, por ejemplo.
Para este tipo de intervención no se requiere una preparación de limpieza intestinal ni una dieta especial; a veces, y según el criterio del cirujano, puede resultar útil realizar un enema de limpieza desde el ano. En este caso, se le comunicará.
Tras realizar las pruebas preoperatorias, tendrá una visita presencial o telefónica con un anestesista para valorar si los resultados de las pruebas son correctos y determinar si existen riesgos o inconvenientes médicos para la intervención. En caso de que existan, será informado, se realizarán otras pruebas o se solicitará la valoración de otro especialista. Todo ello se hace para que la intervención se pueda realizar con las máximas precauciones para usted. Tras la valoración del anestesista, firmará un consentimiento informado.